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domingo, noviembre 13, 2005

teodoro.

Teodoro tenía siete años, un niño bastante particular. No hablaba kon los otros niños. Es mas, no hablaba kon nadie.
De bebé no habló, solo lloraba y eructaba, pero no producía mas sonidos con la boca. Era preocupante, pero luego de tratarlo, concluyeron en ke estaba bien. No tenía ningún retardo. Solo no keria hablar. Miraba a los padres, a los tíos, a los hermanos, no kon indiferencia pero kon silencio. Silencio. En el jardín, se limitaba a colorear, coloreaba mejor. Pero no hablaban. Allá afuera jugaban los niños, kon la pelota, kon autitos, kon muñecos, kon barro. Teodoro miraba. Kallado. Ke pasaría por su inocente kabezita? Las maestras se acerkaban, le hablaban, le besaban la cabeza y le regalaban un karamelo. Un karamelo no solucionada las kosas. Un karamelo no era mas ke un karamelo. Un karamelo no endulza la vida. Solo la boka, y kuando la boka no se usa es kasi lo mismo ke la nada. Aunke a lo mejor, uno nunca sabe, a lo mejor a Teodoro le kausaba alguna satifaccion especial. Lamento no ser un narrador omnisapiente para poder conformarlos. Simplemente de la misma manera krecio Teodoro. En la eskuela fue exactamente lo mismo. Si bien ke era brillante, ,eso solo se sabia en las evaluaciones, por ke nunca se expresaba oralmente. Las maestras acostumbraron buscarlo kon la mirada. Dijieron de mandarlo a una eskuela especial. Al psicólogo, es mas, lo mandaron, aunke fue en vano. Era komo si fuese mudo. Así pues, estaba en sus siete años, kuando lo vi. Estaba solo, en un terreno baldío, jugando kon su sombra. Estaba hablando kon su sombra. Me estremeció un poko, me impactó ver akel espectáculo. Teodoro sonreía, sentado sobre el suelo, acariciaba su sombra. Era bello. Era extremadamente bello. Era komo si se komplementaran. Era komo si... su sombra realmente estuviese viva. A lo mejor lo estaba. A lo mejor yo no lo supe ver.
Akella tarde le seguí y le espié por la ventana. No me pude contener. El niño estaba sentado en el medio de la habitación. Movía los brazos y la manos al son de una canción ke tarareaba. Lo hacia kon gracia. Tanto ke uno deseaba estar allí observándolo por siempre. Jugaba kon su sombra. Era kasi mágico. Perfecto. Encerraba todo. Todo lo ke yo no keria en mi vida parecía no existir, viendo al niño feliz. El resto se había borrado, olvidado, era komo si el resto del universo se hubiese detenido y yo me pude parar a observar, contemplar, vivir. Sonreía, y parecía brillar. Por eso kreo ke estaba feliz. Bailba kon su sombra. Era komo si por una vez el cirkulo cerraba por kompleto. Saltaba y daba vueltas, y reía. Solo. Solo y kon su sombra. Kon su sombra. Por ke no podía ser yo el? Keria sentir lo ke el sentía. Al verle, pude notar ke yo estaba sonriendo. Teodoro se volvió a sentar. Parecía flotar en el agua. La luz de una portátil hacia a la tenue sombra parecer mas grande. Se tumbo en el suelo keriendo abrazarla. Pude percibir eso, al menos. Pude sentir. Apagó la luz. La sombra esta vez lo abrazo, lo redeó por kompleto para perderse, y solo limitarse por las paredes del cuarto. Afuera korria una brisa, leve, pero sacudía mi pelo hacia la izkierda. Lo akomode hacia atrás y me puse la capucha. Ya no veía a Teodoro, komenzé a temer ke el me pudiera ver a mi. No sabia si dormía, o seguía observando kallado. Pero estaba sumergido en su sombra. Su gigante sombra. Absorbido, flotante, solo. Su siempre sombra. Kreo ke mi sombra hubiese kerido kedarse allí. Al igual ke yo. Meti las manos en el bolsillo y pegué la vuelta. Y kaminé kon mi sombra a kasa, por primera vez, percatándome de ke fue ella kien me akompañó siempre.

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